By Ray Hilborn
School of Aquatic and Fishery Sciences, Box 355020, University of Washington, Seattle, WA 98195. E-mail: [email protected]
Los esfuerzos que se realizan para administrar los ecosistemas acuáticos, a veces se basan en correlaciones entre las acciones humanas y los impactos de éstas sobre los ecosistemas. Suele insistirse en que la correlación no implica cau- salidad y que el estándar crítico para identificar relaciones causa-efecto son los experimentos controlados. La historia muestra que las correlaciones no siempre son causales y que los manejadores no debieran diseñar políticas basadas en la suposición de existencia de causalidad. No obstante, en ausencia de manipulación, la evidencia correlativa puede ser lo único que hay disponible. La evidencia correlativa es más fuerte cuando (1) la correlación es alta, (2) se obtiene de forma consistente a través de múltiples situaciones, (3) no existen explicaciones alternativas, y (4) la correlación es consistente con explicaciones mecánicas que pueden ser apoyadas con evidencia experimental. Cuando sea posible, se deben utilizar los experimentos controlados y el manejo adaptativo formal, sin embargo en el caso de ecosistemas acuáticos de gran escala, estas oportunidades son limitadas. Más comúnmente, se debe hacer énfasis en identificar un rango de posibles mecanismos causales e implementar políticas de manejo que sean robustas a los mecanismos alternativos.
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